1/4/12

Así lo conocí

A veces hago cosas para las que no estoy preparada, que van en contra de mi naturaleza o no tengo la práctica suficiente para llevarlas a cabo, pero de todos modos las hago: como cocinar.


Un 24 de diciembre de 2007 se me ocurrió hacer el pavo de Navidad, un guajolote de 8 kilos, lo bañé, inyecté, lo barnice y le metí todo lo que había que meterle, le hice de todo, sólo me faltó hacerle un baile, ya listo lo lleve a una panadería para que lo hornearan.

Horneado y de regreso a casa con la bandeja caliente y pesada por todo lo que tenía, justo en la puerta del edificio de mi departamento que se me ladea la cazuela y que barnizó todo el piso con la grasa y jugo del pavo.

Ahí estaba yo, queriendo abrir el zaguán, con la playera engrasada, buscando las llaves, tratando de hacer equilibrio para no caerme, queriendo salvar a un pavo de una caída libre y mentando madres por andar de acomedida.

Escucho una voz atrás de mi -¿Te ayudo?- ni siquiera voltee pues temí que nos quedáramos sin cena. El príncipe salvando a la damisela mugrosa y engrasada pero en desgracia tomó con ambas manos la cazuelota y me preguntó donde quería que lo dejara. En la cocina –contesté- pude sacar las llaves y abrí el zaguán, la puerta del depa y lo conduje a la cocina.

-¿Quieres que te ayude a limpiar?

-No, gracias, creo que medio limpiare y me voy porque es tarde. Gracias otra vez, en verdad me salvaste.

-Sí, creo que el peso te ganó. ¿En serio no quieres que te ayude a limpiar?

-No de verdad, ya hiciste mucho.

-¿Cómo te llamas?

-Graciela

Me acerque a la puerta, indicándole que saliera. Lo iba a poner a trapear pero tenía que supervisar la chamba y ya no tenía tiempo así que sólo lo desaloje.

Dos meses después cuando llegaba de trabajar, el príncipe limpiador estaba frente al edificio recargado en un auto azul con unos lentes en la mano, cuando estuve frente a la reja se acercó -Hola ¿me recuerdas? vine porque quiero ver si me puedes dar tu teléfono o si me puedes aceptar un café o platicar- Dijo nervioso y con cara de me hago en los calzones.

No, -le contesté en seco- mira no lo tomes a mal pero tengo una política de no relacionarme con los vecinos, por respeto mutuo y me gusta mi privacidad, no me gustan los problemas y prefiero ser una extraña para todos. Te agradezco que me ayudaras, pero no voy a salir contigo.

Parece que se lo dije a otro porque desde entonces cada que me veía agitaba la mano a manera de saludo –que no contestaba, claro-

Sé que me ha visto en chanclas, recién levantada, con mis pantuflas de conejito, de pintora de casas a domicilio, pidiendo el gas, en mudanza, en la tienda a las 11 de la noche, en el mercado, comprando plantas, sin bañar, recién bañada, con el galán en turno. Y el príncipe limpiador sigue sonriendo y saludando, por la mitad de eso me hubiera cambiado de colonia.

Hoy él venía por la calle en sentido contrario al mío, yo feliz de comer rico con mis amigas, además me compre un par de pelis que no he visto, había encontrado un libro que ya no se edita y se me pegaron otros dos muy interesantes.

Lo vi y se me borró la sonrisa, como todavía faltaban unos pasos para la entrada de mi casa sabía que no me lo encontraría cara a cara, pero él apresuro el paso y llego junto a mí, me saludo y me volvió a pedir el número de teléfono.

Tengo que reconocer que es perseverante y que tiene estomago. Creo que me dio ternura, así que le pedí una pluma y le escribí mi número en la palma izquierda de su mano y le dejé la pluma en ella, estaba agitado o emocionado no sé, dijo -Gracias, Graciela- no hice ningún gesto, pero me sorprendió que recordara mi nombre después de 5 años, me di la vuelta y aún de espalda escuche un par de gracias nuevamente, en un tono como si le hubiera salvado la vida o algo así. Seguí caminando abrí el zaguán y entre a casa.

Debería saber que estar tan ansioso lo pone en desventaja. Me llega un mensaje al celular, es de él.

4 comentarios:

  1. Aaaam, órale, a mí una vez "me salvó" uno con modos de príncipe sólo en apariencia, pero luego luego sacó el cobre...y fue hace añales, creo que si lo veo en la calle ni lo reconozco...pero me intriga más saber qué pasó luego.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Con èl que te salvo?

      mmmm, apuesto a que anda con una que està en desgracia, esa onda de salvavidas los sigue de por vida, creo que es como para validarse o afirmarse como hombres. Ademàs hacen corto circuito con las mujeres que no los necesitan.

      Eliminar
  2. ...

    Jajá, mula esta, si no te conociera no creería esta historia.
    Sé de lo que eres capaz.

    Luego me cuentas lo que sigue.

    Qué onda? Cuándo nos vemos? No me vayas a hacer como al vecino...

    Mafalda

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajajaja, oyeeeeeeee quièn es la que anda viajando y viajando y no se deja ver??

      Ademàs nos debemos muchos cafès y mucho chal. Hay que poner de acuerdo, luego se nos olvida en que nos quedamos.

      Eliminar